Llámate flor, llámate fruta, hija de ti misma, amor predilecto de la sabia señora soledad y viste sus túnicas y collares de semillas y corales y ciñe su cinta ancha a tu cabeza y deja que tu pie camine familiar en su sandalia y que tu soleado ojo conozca el desierto intensamente, igual, enteramente, como a las lluvias que amanecen.
1 de agosto de 2010
Viaje Metafísico al Norte...
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