Pienso cosas y me repugno de manera contradictoria. Me
siento triste y culpable. Después entiendo. Dejo de autodestruirme el alma.
Me siento una pelotuda.
Siempre estuvo el mismo pozo. Siempre fue igual de profundo.
Lo tapé con ramas para que no moleste y al final aparecí acá adentro.
Sumergida.
Quizás fue la tormenta (¿o eso fue una ilusión?).
Habrá sido la tormenta que con su fuerza corrió los
escombros de años y me abrió paso a los rayos de luz.
..
Ansío sentirme nuevamente mariposa.
Casi no me reconozco y las ropas son las de siempre. Los
días pasan ansiando los días que no llegan. Y es fácil echarle la culpa a la
menstruación, pero esto es un exceso.
Los amigos tiran de una soga para ayudarme a salir.
Ellos saben que a veces retrocedo, lo entienden aunque
algunos se quejan. Es que el exterior me parece tan desconocido. Como si
hubiera llegado hace muy poco al mundo y cada cosa no dejara de sorprenderme,
de causarme espanto y llenarme de pasión, atiborrada de experiencias que
todavía no puedo ordenar. Pienso que tendrá que ver con las raíces. No es nada
sencillo a esta altura de la vida animarse a echar raíces y despegar.
¿A esta altura de la vida…?
Las hormonas y el tango. Las cuatro estaciones de Vivaldi.
Salir de todo y entrar en mí.
Putear como una condenada. No soltar una lágrima.
Enorgullecerme y odiarme por eso. Respetando el orden. Alegrándome los días de
sol. El resto esperar.
¿Esperar qué?
Que la vida deje de pegarme piñas y me cague a trompadas de
una buena vez. Que se saque las ganas conmigo.
Que después no joda más.
.
Que algo me venga a salvar.
Que no tenga que ver con nadie más que conmigo.
1 comentario:
abrazo y mucho más abrazo
Publicar un comentario