El feminismo me cagó la vida.
Ningún lugar volvió a ser habitable como antes.
Yo era perfectamente rebelde. Médica para los pobres, con conciencia
política de izquierda, lesbiana orgullosa. Me sentía libre de cualquier prejuicio,
al feminismo no entré me entró. Entró en mis libros, en mi cama, en mis
insomnios.
Perdí mi casa, mi trabajo, mi novia. Mis amigos comenzaron a
mirarme raro. Soportaba cada vez menos los eventos familiares.
Me molestaba todo lo que antes me hacía sentir segura. Empecé a dudar cada vez que me sentía cómoda. Empecé a vivir en un estado de crítica constante, de eterna suspicacia. No volví a tener una certeza nunca más.
Me molestaba todo lo que antes me hacía sentir segura. Empecé a dudar cada vez que me sentía cómoda. Empecé a vivir en un estado de crítica constante, de eterna suspicacia. No volví a tener una certeza nunca más.
El feminismo no es complejo, es desgarrador. Es implacable,
cuando se mira ya no se puede dejar de ver.
Me dicen que soy radical, y pienso: ¿cómo se puede ser
feminista a medias? Yo no quiero cambiar el mundo, quiero destruirlo y hacer
otro de nuevo. Aspiro a esa libertad que todavía no conocemos, no tenemos
referentes. Para saltar al vacío sólo contamos con nosotras mismas y lo que
nuestras ancestras tienen para decirnos.
Hoy tengo trabajo, voy al supermercado, disfruto lo que me
queda de este mundo. Me emborracho y me drogo con frecuencia. Pero vivo en una
casa, pago mis cuentas, hablo con la gente cosas cotidianas. Trato de no llamar
demasiado la atención.
Me cuido. No sirvo deprimida ni muerta, ni encerrada en un
manicomio que es donde el sistema nos confina, ahora que ya no estila
quemarnos.
El feminismo me cagó la vida y se lo agradezco.
En realidad, lo único que perdí fue el miedo.
Productora HDCH
www.ivaginariocolectivo.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario