Frío polar tanto fuera como dentro de casa. Me encierro en la habitación en la
que paso muchas horas del último tiempo, durmiendo o despierta, mirando por la
ventana, leyendo, en la cama, en el piso, en el sillón, en el balcón. Y paso
horas, buscando en los rincones, en las páginas de libros, notas, manuscritos.
Escuchando música, buscando en Bill Evans o Morrisey, alternando estímulos,
buscando. Sigo buscando en el vacío que lleno de cosas y de gente. Busco
desesperada un poco de luz.
Y es difícil cuando uno piensa que lo guía el sol, siempre.
Porque la tarde está nublada, el pronóstico del tiempo anuncia una posible nevada
en Buenos Aires. Y aunque sean las cuatro de la tarde de un domingo en medio
del receso invernal; afuera el cielo está gris, y la lluvia tenue cala profundo
en mi ventana, me congela los huesos.
Hoy le tengo mucho miedo a las tormentas.
Varios pájaros se cubren del temporal en el techo de mi
balcón.
Vamos a estar a salvo.
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