9 de julio de 2012

estoy determinada a angustiarme en formas obvias


Me causa tanta gracia que le saco una foto para que entiendan de que hablo sobre que estoy determinada a angustiarme en formas obvias.



Vic estaba tocando el violín mientras Libertad jugaba dentro del estuche mirándolo. Yo prebaraba una sopa en la cocina y me daba risa ver la situación tan evidente, tan común, como premeditada. Él concentrado en su práctica de violín mientras yo preparaba una sopa, recordando algo que pasó ayer. Yo me di cuenta que ese momento iba a ser parte determinante en la película de mi vida.

Estaban en una merienda de cumpleaños de una amiga que consideraba su hermana, ellas de casi la misma edad. La casa tenía un patio interno, y una enredadera que subía por una escalera hasta una terrazita. Por la tarde había gente en todos lados, pero era invierno, y esas tardes se reducen en tiempo. La gente se iba yendo y los que iban quedando estaban adentro, más calentitos y con palo santo encendido.
Ella, emborrachada de amigos, ve el momento en que la cumpleañera despide a su padre, al que ama y reclama, así como ella. Ve a su hermana amiga, abrazarlo fuerte y hundirse en su pecho como una pequeñita. Se siente maravillada con ver a su amiga tan pequeña y tan feliz. Se obnubila.

Del otro lado, como un salvavidas, aparecía el grito de otra hermana, que la había observado mirar lo mismo, y le decía “Cambia de película Catyy..”. Y volvió en si, la miró un segundo con una sonrisa de agradecimiento y se hundió en el hombro de él, que la abraza y no entiende, pero tampoco pregunta, porque sabe que no es momento.Sigue la tarde, divertida y feliz. Sigue, la vida.”

Y Vic sigue tocando el violín y yo me voy a seguir preparando sopa.
Y a contarle que ayer tuve un momento de esos que sabemos que van a ser determinantes en la película de mi vida.


(y como la vida no se cansa de ser karma, acabo de comerme la mejor mandarina de mi vida)