22 de noviembre de 2012

bluaskjdjjjjjjjjjjjjjj (esto es un vómito)




Antes que nada, y como no quiero herir susceptibilidades, advierto que voy a hablar mal, muy mal, de mi papá. Pero tengo razones, y como esto es un blog personal, quiero contarlas acá.


Los recuerdos de mi infancia con mi papá son muy felices. Cosas simples y de todos los días, porque fue siempre un papá cariñoso.



Los dos primeros recuerdos de él como una persona violenta, vienen de alrededor de los 9 o 10 años. Estimo la fecha, aunque no con precisión, porque recuerdo que estábamos agrandando la casa y había que caminar en un pasillo sobre algo así como un peldaño de madera, muy bajito, sostenido por una tabla larga y algunos ladrillos apilados que le daban una altura mínima. Recuerdo esto porque sé que me gritó y me empujó, pero no recuerdo bien por qué. Sé que me dolió el golpe al caer, y después. Sé que después de llorar un rato, creo que al lado de mi hermano en una habitación vacía en construcción, que después fue el cuarto de Matías y ahora está desocupado; ahí, después de llorar un rato apareció mi papá y me pidió perdón por única vez. Recuerdo que me costó mucho perdonarlo. Creo que esa fue la primera vez que lo desconocí. El otro recuerdo no se bien cuándo fue, quizás antes, pero es la voz de mi mamá, creo que íbamos caminando y no se porque razón me contó que cuando estaba embarazada de mí, discutiendo con mi papá, él la empujó cuando estaban bajando de un colectivo. Esto último lo tenía muy guardado de mí, lo recordé hace muy poco y me generó una angustia inmensa.



Lo que siguió no se bien como fue. Sé que me fui varias veces de casa a muy temprana edad. Me iba, por poco tiempo pero salía como huyendo. A los 16 me fui varias veces a lo de una amiga y a lo de mis primas. A los 19 algunos días, varios, a lo de un novio y al departamento vacío de mi prima. Ya trabajaba y estudiaba, podía pasar el día fuera de casa y dormir en cualquier otro lado. Recuerdo que hubo temporadas de tranquilidad, pero siempre cualquier cosa podía disparar una pelea interminable, con, incluidos cual drama o terror berreta, escenas de golpes, amenazas de todo tipo, entre las cuales no es menor la vez que mi papá amenazó con matarme y suicidarse, ambas el mismo día mientras sostenía un arma en la mano. A pesar de todo eso mi familia para el resto del mundo era ejemplar. 



No se como todos pudimos mantener tanto tiempo esa situación naturalizada, teniendo en cuenta que la violencia podía tener cualquier dirección entre mi mamá, mi hermano y yo. Pero la tuvimos, incluso hoy quedan síntomas como improntas.




Recuerdo que cuando estudiaba y empecé a trabajar tuve la mejor compañera del mundo, que además se convirtió en una amiga-hermana. Con ella aprendí que hay cuestiones aprendidas por el entorno, que uno es porque ha socializado en un contexto y que a la violencia se la llama por su nombre. Creo que Lorena fue la primera persona con la que pude hablar con el corazón abierto, con la que aprendí a dejarme ser lo que yo quiero ser.



Siempre lo que más me costó fue pensar que podía repetir modelos que no eran los que yo quería para mí. Siempre corrí de todos los lugares que me llevaban a eso de una u otra manera, rompiendo vínculos, tratando de ser sincera, devolviéndole el escupitajo en la cara a quién lo hacía conmigo primero. El día que mi papá me tiró aceite frío encima y me agarró de los pelos para tirarme al piso y golpearme, ese día yo intenté defenderme tratando de lastimarlo con un cuchillo sin filo. Ese día sentí que era él o yo. También fue el día en que me di cuenta que para vivir como yo quería vivir, tranquila y sin miedo, tenía que irme de mi casa materna. Solo así podía empezar a intentar no repetir los modelos que aprendí.



Y me fui, primero con mi hermano y después con el novio con el vivo. Me fui y volvimos a pelear varias veces. 

Desde el momento en el que tuve mi hogar, cada escena de gritos, retos absurdos, o violencia verbal me alteraba de una manera terrible. Cada tanto dejaba tiempo pasar sin ir a visitar a mis padres porque quería evitar cualquier situación incómoda, y por miedo. Pasados algunos días volvíamos a vernos seguido y pasar tiempo juntos. La diferencia entre mi hogar y mi casa materna me resultaba abismal. 

Un día, después de una secuencia estúpida en la cena de navidad, decidí no hablar más con mi papá. Hacía casi un año también habíamos discutido y pasamos de enero a marzo sin hablarnos, incluido el día de mi cumpleaños donde mi papá me mandó un msj de felicidades y le respondí textualmente: “Te amo por muchas cosas pero te odio por muchas otras que nunca me voy a olvidar”. No me respondió más. Volvimos a hablarnos en Marzo de ese año porque en una crisis de angustia Víctor, mi novio, me ayudó a intentar arreglar las cosas. Pasado un año de eso, y continuando las cosas igual, dejé de verlo. Han pasado 10 meses y 27 días. He pasado por muchas cosas en este tiempo, hermosas y terribles. 



Estoy feliz, sigo con mucho miedo, conocí a mi mamá y la volví a perder. Me sostienen las personas más maravillosas de mi mundo, y del mundo. Ansío estar en paz.

Hoy es un día de paz, porque entender la historia propia para conocerse y a partir de eso construir, es lo mejor que nos puede pasar en la vida. 



Espero que me alcance el resto de la vida para agradecer a toda la familia inmensa que elijo todos los días.