26 de julio de 2013

Extremismo emocional



Comienzo a entender un poco de que se trata eso de encontrarse con uno. Recuerdo que hubo pozos, pero son cosas que han pasado, que hoy son solo memorias. Comienzo a entender pero solo eso, al menos por el momento. Limpio mi casa, ordeno mis cosas, me cocino, intento levantarme todos los días y buscar el equilibrio entre lo que quiero y lo que necesito, que algunas veces coinciden pero no siempre.  Y cuesta, cuesta bastante pero es necesario. Correrme del extremismo emocional.

Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida
y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por tí
por mí...
y esto será siempre así
quedándote o yéndote.


L.A. Spinetta

21 de julio de 2013

“Ella seguía buscando las palabras en el vacío”



Frío polar tanto fuera como dentro de casa. Me encierro en la habitación en la que paso muchas horas del último tiempo, durmiendo o despierta, mirando por la ventana, leyendo, en la cama, en el piso, en el sillón, en el balcón. Y paso horas, buscando en los rincones, en las páginas de libros, notas, manuscritos. Escuchando música, buscando en Bill Evans o Morrisey, alternando estímulos, buscando. Sigo buscando en el vacío que lleno de cosas y de gente. Busco desesperada un poco de luz.

Y es difícil cuando uno piensa que lo guía el sol, siempre. Porque la tarde está nublada, el pronóstico del tiempo anuncia una posible nevada en Buenos Aires. Y aunque sean las cuatro de la tarde de un domingo en medio del receso invernal; afuera el cielo está gris, y la lluvia tenue cala profundo en mi ventana, me congela los huesos.
Hoy le tengo mucho miedo a las tormentas.

Varios pájaros se cubren del temporal en el techo de mi balcón. 
Vamos a estar a salvo.




18 de julio de 2013

“De como el feminismo me cagó la vida”


El feminismo me cagó la vida.
Ningún lugar volvió a ser habitable como antes.
Yo era perfectamente rebelde.  Médica para los pobres, con conciencia política de izquierda, lesbiana orgullosa. Me sentía libre de cualquier prejuicio, al feminismo no entré me entró. Entró en mis libros, en mi cama, en mis insomnios.
Perdí mi casa, mi trabajo, mi novia. Mis amigos comenzaron a mirarme raro. Soportaba cada vez menos los eventos familiares.

Me molestaba todo lo que antes me hacía sentir segura. Empecé a dudar cada vez que me sentía cómoda. Empecé a vivir en un estado de crítica constante, de eterna suspicacia. No volví a tener una certeza nunca más.
El feminismo no es complejo, es desgarrador. Es implacable, cuando se mira ya no se puede dejar de ver.
Me dicen que soy radical, y pienso: ¿cómo se puede ser feminista a medias? Yo no quiero cambiar el mundo, quiero destruirlo y hacer otro de nuevo. Aspiro a esa libertad que todavía no conocemos, no tenemos referentes. Para saltar al vacío sólo contamos con nosotras mismas y lo que nuestras ancestras tienen para decirnos.
Hoy tengo trabajo, voy al supermercado, disfruto lo que me queda de este mundo. Me emborracho y me drogo con frecuencia. Pero vivo en una casa, pago mis cuentas, hablo con la gente cosas cotidianas. Trato de no llamar demasiado la atención.
Me cuido. No sirvo deprimida ni muerta, ni encerrada en un manicomio que es donde el sistema nos confina, ahora que ya no estila quemarnos.
El feminismo me cagó la vida y se lo agradezco.
En realidad, lo único que perdí fue el miedo.

Productora HDCH

www.ivaginariocolectivo.wordpress.com

15 de julio de 2013

El mundo un cuadrado



Durante toda mi juventud, hasta ahora, escapé sin saber a qué, de qué.
Múltiples artilugios me ayudaron. Me convertí en una experta en confeccionar planes, huidas, rupturas… pero también explicaciones lógicas y menos dolorosas que las reales.

La misma necesidad de escribir esto implica huir de algo, obligarme a meterme en la cama, con un pucho en la mano izquierda y el mate en la derecha.  Me sorprende la destreza que adquirí para tener tantas cosas metidas en la cama conmigo. El mate, los puchos, la cámara, un libro para reseñar, la computadora portátil de la que suena por segunda vez el concierto de Piazzolla en el Festival de Jazz de Montreal. Y recuerdo un fragmento de Rayuela en la que Oliveira explica como el hacer algo significa no hacer muchas otras cosas. Me alegro de que la habitación esté templada, no como el resto de la casa. Por el ventanal que da al balcón entra el sol de invierno a las 5 de la tarde. Es hermoso, pero breve.

No estoy feliz pero no se explicarlo. Aprendí de contextos muy extraños y no tengo buenos referentes. O supongo que los que tengo siguen vivos y yo soy mucho menos tolerante para los demás de lo que soy conmigo misma. Me exijo por otros lugares, como mis contradictorios estilos de vida. No tengo las categorizaciones muy claras.

Estoy trabajando sobre ello.  El día está perfecto. La noche puede ser más dramática. Las gatas están hermosas para ser fotografiadas.

El mundo en un cuadrado I

El mundo en un cuadrado II

El mundo en un cuadrado III