27 de junio de 2015

Mirar y flotar








Intransigente


Me propongo disentir en voz alta, me permito imaginar volar sin dos alas en la espalda y ser intransigente si de amar se trata.
Pongo fuerza cada día para desandar mis miedos, para comprenderlos y entender porque son parte de mi. Traer al recuerdo los quince años, saber enamorarse sin mochilas en la espalda.
Al caminar hay que estar atento a las pintadas en las paredes 
porque hay en estas palabras 
rastros de belleza
que solamente pueden ser contemplados
deteniendo el tiempo y aquietando el paso.
“Si vamos a llorar”, afirman...
Si vamos a llorar tenemos que replantearnos los motivos porque nuestras lágrimas son sagradas
Hay que ser obstinados, y a la vez inquietos.
Hay que animarse a disponer de nuestros músculos como un grupo de nenes saltando al río desde la parte más alta de la orilla.
Lo que pasa es que, ellos saben que asumir ese riesgo es la única manera de flotar, aunque sea por un momento sobre el aire.
Hay angustias ajenas, hay angustias anónimas: sobre este paisaje nos movemos. Sobre este paisaje caminamos y nos quedamos quietos.
Hay una ciudad que nos contiene y que nos expulsa. Hay casas adentro de la ciudad y hay personas que viven adentro de estas casas. Incluso, a esta hora, algunas de esas personas estan durmiendo y otras estan despiertas porque tienen insomnio.
También hay personas que viven afuera de las casas y,
a esta hora, tambien hay personas que estan reunidas.
Estan reunidas porque estan declamando: queremos bailar pero no nos alcanza con la música 
queremos bailar también las ausencias y las omisiones, queremos bailar los embotellamientos y los silencios de las cuatro de la madrugada.

Queremos bailar pero no nos alcanza con la música.

Queremos bailar porque nuestros cuerpos estan vomitando poesía y estan masticando futuro.


Y no es que seamos ambiciosos. Solamente queremos ser libres.
Y ser intransigente si de amar se trata.

No dar el brazo a torcer, saber llorar si el pecho lo pide, estar dispuesto a poner el cuerpo en cada esquina, en todo abrazo. Saber construir ladrillo con ladrillo y romper las paredes si hace falta abrir ventanas.
Y ser intransigente si de amar se trata.

(de  por Nicolás Rallis Trío)

https://nicolasrallis.bandcamp.com/track/intransigente


El tiempo y la experiencia

“Usted entenderá que una mujer intensa, prioriza las historias intensas.” Le respondía en un acto de sinceridad, esperando abortar la aparente obligación de seguir expresando el no deseado encuentro.

Hay que ser clara y precisa. Se repetía.

Clara, precisa y coherente.

 Coherente.

El amor y el sexo no siempre van de la mano, entendía, no era un problema de comprensión, sino de piel. No podía pensar en exponer su piel a cualquier contacto, ella lo sabía, porque su epidermis estaba debilitada; no su alma, no su corazón, sí su superficie.

Debía tener ciertos cuidados; sabía de urgentes amores finitos e ilusiones absurdas, sabía amar
a mares… por algún tiempo,
intensamente… de forma breve,
brutalmente… por lo general,
arrasadora y pasajera como una tormenta sabía amar.

Sabía dar todo, por algún tiempo todo. Amaba sin miramientos. Se aburría; se daba cuenta que se aburría y eso la lastimaba, pensaba mucho y se iba.

“Intensa y fugaz”, le habían dicho alguna vez y la llevaron a pensar, a replantear,  a proyectar, a construir nuevas formas. Le golpearon los miedos con una pluma y los sacudieron.

Y pasó que le llevó tiempo y experiencia, más años de lo que había supuesto, orgullosos y maravillosos años; pero se convenció que el amor debería estar en el suelo, igualito que ella, así de humano no más, caminando al lado de una, charlando, saltando, moviendo la’ patita’, motivando, pensando, replanteando, riendo con muecas en los ojos, aceptando y negando según el caso, cuidándola a una y a los demás, conceptualizando juntos en qué consiste esto de amar…


… y con coherencia  amar.

15 de junio de 2015

Ni una menos.


Los días previos me sentí vacía,
Me sentí sola, angustiada.
Los días previos me sentí enferma,
Me sentí mal, decepcionada.
Los días previos fueron confusos,
De muchas emociones,
De poca resistencia.
De bajas defensas.


Puse mi cuerpo, me manifesté. Puse mi mirada, visibilicé.
Estuve con mi mamá y mi hermano.
Necesité volver a casa y dormir.
Me levanté con el sol y mi compañera bicicleta…
Respiré hondo, muy profundo.
Pensé en hoy, mi mundo hoy.
Paré para almorzar y escribir todo esto.
Escribir y decirme todo esto.

Quise y pude estar sola, necesité y construí soledad. Pensé en silencio, a los gritos y entre sollozos. Pensé y me dolió en los recuerdos y en el hoy, justo en el centro del pecho, en la boca del estómago, ahí donde me dijeron que se siente la “angustia”, esa señora que me mira desde lejos con cara de “No te me vuelvas a acercar, Cata, nosotras ya nos conocemos”.

Me alejé del amor y del dolor, lo destruí todo. Y resistí, y tuve fuerza y fé. Me dejé ser lo que soy y lo que quiera ser. Aprendí a construir por fuerza de convicción y trabajo. Me involucré en redes de personas, redes de contención, para no sentirme más sola, ni loca, ni errada, ni confusa, para saber aceptarme, festejarme, replantearme y cuidarme. Y aprendí. Aprendí muchas cosas de muchas situaciones y gentes, aprendí del tiempo, aprendí del dolor profundo. Aprendí nuevas formas de aprender, y ojalá a vivir aprendiendo.

Aprendí que amo y necesito volar como un pájaro, libre y protegida por una bandada aliada de vuelos.


Y es por esto que creo, por fuerza de convicción y trabajo, que el futuro es nuestro. El futuro es nuestro  y venceremos  todos los días a cuentagotas. Venceremos en abrazos dados, en sonrisas recibidas, en reclamos unidos, en múltiples formas seguiremos venciendo en pequeñas trincheras todos los días.