6 de junio de 2011

Si no sabemos de que hablar hablamos del amor...


No somos una tabula raza, nunca. Desde que empezamos a relacionarnos con los otros ya contamos con cientos o miles de cuestiones adquiridas por la familia o el círculo más íntimo. A su vez, a medida que crecemos seguimos recibiendo, concientes o no, nuevos conceptos, visiones, gustos, objetivos, perspectivas. No nos podemos escapar de ciertas influencias.

La costumbre, el acostumbramiento. Si en casa la pizza siempre fue a la piedra difícilmente me entusiasme al molde; o a la inversa, si las milanesas fueron invariablemente fritas voy a encontrar que la cocción al horno es el mejor sabor.

Somos el producto de lo que nos rodea, la adaptación es natural e inconsciente.

El amor, como siempre, aparece en el medio para desconcertarnos, porque es natural pero bastante inexplicable y la mayoría de las veces requiere de una nueva adaptación. Cada uno puede sentir amor de una manera similar, si es que alguien lograra explicarlo, pero la forma de expresarlo siempre cambia, varía. Si estás acostumbrado a algunas formas de amor y la vida te cruza con diferentes maneras, pensando en Darwin, podés adaptarte o perecer, no vos, si el sentimiento, la relación.

Lo más difícil del amor es que le llegue al otro como lo sentimos nosotros, y así, proporcionalmente, hermoso lograría ser.


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