6 de abril de 2012

El sol es la luz que entra por el mismo lugar donde me sumergí en el pozo.

Creo que el llanto siempre sana, siempre limpia.

En las ruinas de Tiwuanaku, cerca de la ciudad de La Paz, en Bolivia, descubrí los pozos.

Desde hacía tiempo venía leyendo a un japonés que hablaba de pozos, de pozos que atormentan, que te hacen pensar en la vida, en la importancia de la vida. Esos pozos que te molestan, le pican los ojos, te contracturan la cervical y te hacen llorar mares sin saber exactamente por qué.

Esta cultura pre-incaica construyó habitaciones subterráneas, pozos, para que sus jóvenes pudieran internarse a pensar-se, a madurar, a crecer, a construir sus parámetros y destruir los impuestos, a decidir, a hacerse cargo. Los pozos, en todas las culturas, supongo, son la idea de la edificación del hombre sobre si mismo. Los pozos son necesarios, prescindir de ellos puede hacerlo sentir a uno más liviano pero, y directamente proporcional, también menos responsable de si.

Porque uno es, sufre, disfruta, vive, cambia, CAMBIA. Y si la vida es vida y es una, tiene que ser, tenemos que hacerla, no dejarla caminar ni correr, guiarla, reacomodarla. Cagarla a trompadas y escupirle la cara. Llorar con la frente pegada a las rodillas hasta entender porqué, hasta tener la cara roja y sentarse a escribir(se), decir(se).

Los pozos occidentales y posmodernos son habitaciones de departamentos alquilados, asientos de colectivo, baño de universidades, cordones de calles nocturnas, abrazos de amigos que aunque uno no diga, entienden.


2 comentarios:

anita que tiene pajota de loguearse dijo...

te amo

Eclipse dijo...

la última vez que te comenté, te hablaba del llanto, de lo bueno del llanto, me alegra leer esto y saberme en sintonía contigo.
hace poco un profesor dijo: los pozos son la única cosa que el hombre empieza a hacer hacia abajo.
construirnos desde la tierra hacia arriba es parte de nuestra naturaleza. pero cuando el pozo está hecho y estamos en él, necesitamos el doble de fuerzas para empezar a construir desde la superficie.
se hace. se logra. y qué alegría la de sabernos ya fuera del pozo y la satisfacción de saber que por nuestros propios medios, salimos de ahí.
te quiero, catalinda, es tan lindo leerte!