8 de diciembre de 2015

FLASH, Flash, flash


Lo miraba en fotos, entre tierna y caliente.

No paraba de pensar. Necesitaba ordenar y se sentó a escribir. Escribía y divagaba pensando qué quería ordenar, para qué, para quién. Caía en cuenta que la primera oración que escribía, cada vez que pretendía hacerlo, resultaba ser el eje conductor de la prosa. Hoy había empezado escribiendo “No le tengo miedo a nada”. Después de hacerlo siguió unas líneas más hasta que paró y se releyó:

“No le tengo miedo a nada”.

 El presente, el futuro, la familia, lxs hijxs y las mascotas. Tus rayes y los míos. No le tengo miedo a nada.
No creemos en el amor para siempre.
Decimos.
Amamos.

¿Hace cuánto? ¿Horas? ¿Días? ¿Años?
“…se tienen un amor esos dos”, venían diciendo las amistades.
…el amor para siempre.
Para siempre un montón de cosas.
Nos contradecimos.
Desconfiamos de todo lo demás,
salvo,
por momentos radioactivos,
del pequeño universo que somos
vos y yo

juntxs.


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