29 de junio de 2010

De Ushuaia a la Quiaca


Juli es de esas personas que con verlas algunas pocas veces ya se gana tu corazón. La transparencia, el humor y la sencillez lo hacen ser él (además de la música que escucha, los libros que lee, las películas que mira...). Lo siento un poco como yo, que se ríe con todo el cuerpo y no dice cosas sólo por decir (yo hablo por hablar pero nunca digo por decir...). Desde que lo conozco, lo sabe, no dejo de hablarle nunca.. y cuando no estoy con él y digo una huevada me lo imagino simulando dispararme o darme un sopapo y me río sola. Los demás no me entienden pero no importa.

El otro día le hablaba sobre el tiempo, sobre el peso específico y único que tiene cada tiempo... me refería, en ese caso, a las clases que a veces una hora es eterna y a veces pasa volando, pero mientras hablaba pensaba que un ejemplo es la velocidad violenta a la que va el tiempo cuando estamos juntos, o así lo percibo yo, como el cariño, como el extrañar.

Si los amigos son la familia que uno elige todos los días, yo quiero a Juli en la mía.

Con seguridad.


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