8 de agosto de 2008

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Es un hecho: la música acompaña los estados de ánimo. Es más: muchas veces, la música es quien genera esos estados de ánimo, con algunos fragmentos de recuerdos. Muchas otras veces la música, puede modificarlos, para bien, para mal.

Hay días, que por más que pongas LFC y trates de saltar, bailar y cantar, se te congelan las rodillas y si mirás por la ventana el día sigue siendo gris, y eso que suena no representa nada más que un deseo no alcanzado.

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