29 de junio de 2010

Casi una experiencia religiosa...


Lo mejor del mundial fue escuchar el domingo 27 de junio el partido de Argentina – Mexico*(1) desde mi cama. No nos confundamos, la casa estaba vacía, no había nadie más que yo... en la cama, sin televisión, sin radio... un silencio absoluto de la hora de la siesta de un domingo en un barrio que ya de por sí es tranquilo.

Ese silencia absoluto, la totalidad de la nada misma fue interrumpida en cada gol, festejos a gritos, bocinas de autos, petardos, mucha vuvuzela?... yo sonreía desde debajo de las sábanas sabiendo que las cosas iban bien, pero, en lo que después supe que era el final del partido algo pasó. Todos los festejos aumentaron su efecto sonoro, se duplicó, se triplicó y desde la cama, con los ojos cerrados viví una experiencia única*(2), el poder de mi mente actuó, imaginé a mis vecinos, con gorros, camisetas, banderas y las caras pintadas, fundiéndose en abrazos de felicidad, donde todos son una gran familia. Era una fiesta, y yo era una espectadora emocionada.

Encantador.

*(1) Mientras escribía esto hoy a la tarde le tuve que preguntar a Gastón ese dato, porque lo desconocía.

*(2) En el teatro ciego, si bien las sensaciones fueron parecidas, una ficción no emociona tanto como la realidad.

2 comentarios:

Martin Pannari dijo...

jajajajjaa

pasa en la vida, pasa en TNT

Vic dijo...

No hay caso, la imaginacion sigue siendo mejor que cualquier historia que nos muestren!
(el sr de los anillos de peter jackson es un poroto al lado de mi version)